En verano, cuando cerca de las nueve de la noche el sol se esconde detrás del río, en la playa de Santa Ana se cumple un rito: todas las personas que disfrutan de esa postal, aplauden.
Las palmas suenas a lo largo de las decenas de kilómetros de arenas blancas que bañan ese mar dulce que es el Río de la Plata. Lugar ideal para matear viendo el atardecer, andar en bici, practicar deportes, pescar (hay bajada para lanchas), correr o simplemente descansar.
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